miércoles, 27 de junio de 2007

Envenenando a los Estados Unidos (y al resto del mundo también)

Esta noticia enviada por el Population Research Institute llegó a mi correo personal hoy en la tarde y me pareció muy grave lo que se menciona.
No es sólo a los Estados Unidos donde llegan las baratijas chinas, acá en América del Sur también se está importando alimentos, incluso alimentos para bebés, desde ese país y si revisan las noticias de fines de 2005 y 2006 verán que muchos cargamentos con juguetes chinos fueron decomisados porque estos eran TÓXICOS y potencialmente letales para los niños que los hubiesen usado.
Los dejo con el artículo completo.

Envenenando a Estados Unidos:  Los Alimentos y Medicamentos de China son Peligrosos Cualquiera sea su Precio

Se ha encontrado dietileno glycol en las pastas dentales chinas. Este químico altamente tóxico es usado en la ingeniería de refrigeración.


Las noticias de que la marca de pasta dental china vendida en Panamá, República Dominicana y Australia contenía dietileno glicol(*), un químico altamente tóxico usado en la ingeniería de refrigeración, conmocionó a los funcionarios de salud de USA. Esto no debería haber pasado.

Cualquiera que haya vivido en China sabe que este país prácticamente no tiene controles de seguridad en alimentos y medicamentos. Este asunto se maneja más bien sin restricciones para incrementar sus exportaciones, y se subvenciona fuertemente a los fabricantes a fin de poder enviar contenedores con todo tipo de mercancía barata a los Estados Unidos y otros mercados extranjeros. Como resultado, desde hace pocos años, China se ha convertido silenciosamente en el segundo más grande abastecedor de pastas dentales extranjeras del mercado norteamericano, así como de muchos otros productos alimenticios y medicamentos de cuestionable calidad.

Los funcionarios de salud de Estados Unidos respondieron comprometiéndose a controlar todos los envíos de pastas dentales provenientes de China. Incluso han ofrecido enviar inspectores a China (oferta que China rápidamente rechazó). Pero, por qué la Food and Drug Administration (FDA) –y en última instancia el contribuye norteamericano—tendrían que tolerar todo ese cargamento de alimentos y medicamentos de fabricación china de dudosa calidad?

Para ponerlo en términos prácticos, la FDA no es más capaz de inspeccionar el flujo de importaciones chinas como la Patrulla de Fronteras lo es de contener el flujo de inmigrantes ilegales. Tomemos el caso de la importación de alimentos como ejemplo. En la actualidad, todos los días llegan a las costas de los Estados Unidos 25000 cargamentos provenientes de China y de otros países. David Acheson, recientemente nombrado comisionado de la FDA en protección de alimentos, dijo a la agencia de noticias Baltimore Sun: “Actualmente inspeccionamos el uno por ciento de las importaciones de alimentos. Si nosotros inspeccionáramos el dos por ciento, ¿acabaríamos con el problema?. No lo creo”.

Un ejemplo de ello es que la FDA no ha podido detener el reciente envenenamiento de mascotas en Estados Unidos. Inescrupulosos exportadores chinos vendieron a los Estados Unidos harina de trigo que contenía un químico mortal, melamine. Algo de ese trigo fue vendido como alimento para el ganado. Otros envíos fueron vendidos como insumos para comida de perros y gatos en USA, matando o enfermando a miles de ellos, ya que era el insumo principal de más de 100 marcas de alimento para mascotas. Ciudadanos estadounidenses fácilmente podrían ser las siguientes víctimas y en números bastante más grandes que los de sus mascotas.

Si el objetivo es no dejar pasar los productos chinos dañinos, existe una mejor manera de hacerlo. ¿Por qué simplemente no prohíben todos los envíos de alimentos y medicamentos sospechosos de China hasta que el gobierno chino demuestre que esos productos son seguros?. Después de todo, esto es exactamente lo que China le hace al gobierno de los Estados Unidos. Un sólo caso del mal de las vacas locas en el 2003 llevó a China a prohibir todas las importaciones de carne de los Estados Unidos. Esta prohibición continua vigente hoy en día, mucho tiempo después de que las prohibiciones temporales dispuestas por otros países ya se han levantado. En otras palabras, China juega rudo en sus transacciones comerciales con EE.UU., mientras que EE.UU. se muestra infantilmente permisivo.

Obligar a Beijing a probar la seguridad de sus productos revelará inevitablemente ciertas verdades sobre nuestros “socios” comerciales chinos. La principal de estas verdades es el hecho de que los funcionarios chinos corruptos, movidos por intereses personales, no solo están poco dispuestos sino efectivamente imposibilitados de certificar que todas sus exportaciones cumplen los estándares internacionales. La pasta dental envenenada, el trigo contaminado y los baberos de bebés que contienen plomo (otra reciente sorpresa) no son sólo productos de determinadas fábricas chinas individuales, sino que son productos del sistema chino en general.

Los funcionarios de EE.UU. han dicho estar preocupados por los “estándares de China”, y están promoviendo más códigos legales e inspecciones regulatorias. Todo esto sería risible siempre que la salud de la población estadounidense no estuviera en juego. La verdad es que China no tiene ningún estándar digno de tal nombre. Lo que de verdad tiene esta cultura dominada por la corrupción es que hace posible en la práctica que cualquier funcionario, e incluyendo el jefe del FDA de China, sea sobornable.

Según se informa los dos tercios de la población china está preocupada por la seguridad alimentaria. Es bueno que lo estén. Recientemente el Outlook Weekly, una publicación oficial, admitió que la mayor parte de los 450.000 fabricantes de alimentos de China operan fuera de la ley. Más de un 60 por ciento no pasan las pruebas de seguridad que son obligatorias o no tienen la capacidad de hacerlo, mientras que un contundente tercio de las fabricantes no tienen ni siquiera licencia del gobierno. Aunque la publicación eludió el asunto, no es difícil imaginarse a qué se debe ésto: En una cultura dominada por la corrupción la existencia de regulaciones y de inspecciones requeridas sólo es relevante en la medida que ellas permiten a los funcionarios cobrar más para continuar con su corrupción.

A pesar de los problemas masivos respecto a la seguridad alimentaria, el gobierno chino afirma muy tranquilamente que sólo 196 personas murieron en el 2006 por alimentos envenenados. A modo de comparación, según los Centros de Control de Enfermedad el número similar para los EE.UU. es de 5.000. (Véase CDC, http://www.cdc.gov/ncidod/eid/vol5no5/mead.htm). Dado que la población de EE.UU. es solo un cuarto de la de China, y que su sistema de manejo e inspección de alimentos es ampliamente más seguro y sofisticado, el verdadero número de muertos en China probablemente esté alrededor de los 100,000. El hecho de que las estadísticas gubernamentales chinas, que es donde fue publicado esto, sean nada confiables resalta aún más la profunda deshonestidad que impregna su sistema.

¿Qué habrá llevado al Presidente Hu Jintao a tomar la decisión de remover de su puesto al director de la Food and Drugs Administration de China, Zheng Xiaoyu?. Alguien podría pensar que esto indica que el liderazgo del Partido Comunista finalmente esta poniéndose firme en la tarea de eliminar los suministros de alimentos y medicamentos del país. Por supuesto, eso es precisamente lo que se supone debemos creer. En realidad, sólo fue una desgraciada coincidencia que Zheng llegara al cargo precisamente cuando las mascotas norteamericanas estaban enfermando y muriendo. En cualquier otro momento, un funcionario tan experimentado como Zheng, que se hubiera llevado poco menos de un millón de dólares en sobornos –poco más o poco menos según los estándares de corrupción en China—pudo simplemente ser encarcelado. Pero por la forma como se dieron las cosas, no quedará otro camino que sacrificarlo a fin de proteger las exportaciones de China.

La mayoría de los norteamericanos no entiende que el crecimiento económico de China depende en gran medida de las exportaciones, particularmente de las que van a Estados Unidos. El consumo doméstico al interior de China es restringido –a la población china no se le permite comprar la mayoría de los productos producidos para exportación—que a su vez hace que la tasa de ahorros llegue a un increíble 25 por ciento o algo así. Luego este dinero es reinvertido en nuevas fábricas, nueva tecnología y nuevas líneas de productos, todo lo que trae como consecuencia más mercancías para exportar. Este modelo económico de China, si es que puede ser llamado así, ha producido un sorprendente índice de crecimiento nunca antes registrado por un país desarrollado. Este año, si no es el siguiente, el total de las exportaciones de China sobrepasarán a las de Estados Unidos. China va por buen camino rumbo a convertirse en el país más saludable y poderoso del mundo.

Sin embargo, un boicot de los consumidores norteamericanos a los productos “hechos en China” podría desbaratar el crecimiento de las exportaciones de China en esta coyuntura crítica. Y el repetido temor a los alimentos y medicamentos podría provocar por si mismo tal boicot. Retirando a Zheng Xiaoyu, China espera convencer al mundo que, un día muy cercano, empezarán a jugar de acuerdo a las reglas.

No cuente con ello.


Con el retiro de Zheng Xiaoyu de la dirección de la Food and Drugs Administration, China espera convencer al mundo de que, un día muy cercano, empezarán a jugar de acuerdo a las reglas.

Dejemos a China probar que estos alimentos y medicinas son seguras como para ser exportadas, o dejemos que se las queden y las consuman en casa.

(*) El dietileno glycol, también llamado DEG, es un producto químico que puede ser mortal y que se usa habitualmente en la industria como disolvente, agente espesante, humectante y anticongelante en la refrigeración de los radiadores de los carros y en los líquidos de frenos.

Steven Mosher es el Presidente del PRI.

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